¿Quién nos iba a decir que nuestra vida se daría la vuelta como un calcetín, sin dejar a nadie fuera de un salto al vacío, a la incertidumbre? Nuestros pilares de la seguridad a los que estamos acostumbrados-la libertad de movimiento, la salud y el trabajo- son ya parte del pasado que estamos deseamos recobrar. En todo este magma de emociones se pone de manifiesto el valor de las personas.
Año cero
Tras unos días de derrumbe de nuestros pilares, te das cuenta de la oportunidad que esta siendo esta situación para una mirada diferente de nuestro mundo. Aterrizando en nuestro mundo sanitario el experimento de la infección por coronavirus está poniendo en jaque a nuestros profesionales de trincheras en los servicios de urgencias y en las unidades de cuidados intensivos.
Humanización, una necesidad
Como he explicado en otras ocasiones, mi objetivo de vida cambió el día que escuché este vídeo por primera vez. No dejes de verlo y entenderás por qué.
Tras escucharlo comprendí que la medicina y la ciencia habían progresado técnicamente dejando a parte los aspectos emocionales de las personas, pacientes, familiares y profesionales, sin dudar de que había que reconducir esta situación. La humanización de la asistencia sanitaria se postulaba ya como una necesidad antes de esta crisis.
Las trincheras del COVID19
Por fortuna, he tenido ocasión de conocer con profundidad a las personas que conforman Proyecto HUCI y entender más de cerca su proyecto de humanización. En estos días de pandemia el trabajo de estos especialistas ha pasado a ser el de soldados de trinchera. Sin miedo a la enfermedad se baten con el desborde de sus posibilidades técnicas, materiales y humanas para arrancar a esta infección un soplo de aire en los pulmones de los pacientes más graves. No hay hora del día que no piense en mis nuevos amigos de Proyecto HUCI y tema por su desgaste además de sus propias vidas.
Acompañamiento emocional
Si algo aprendí de ellos es lo importante que es el acompañamiento emocional de los pacientes en esas unidades para mejorar los resultados de salud, así como su satisfacción de pacientes y familiares. Igualmente, aprendí que los familiares tienen un papel en el equipo cuidador del paciente y que son a su vez susceptibles de cuidado. En el caso de una enfermedad infecto-contagiosa como es la infección del coronavirus la cosa se complica. Las noticias que nos llegan a diario son de un gran número de fallecidos que mueren en manos de esos sanitarios heroicos y muchas veces sin posibilidad de que sean despedidos o acompañados por sus familias para evitar el contagio. La mera noticia me golpea el alma y no dejo de pensar en esas familias, muchas veces con varios de sus miembros afectados por la enfermedad e incluso varios fallecidos en la misma familia.
La tecnología al servicio de la humanización
Las actuales tecnologías de comunicación, con las videollamadas, están revelando ser nuestra mejor herramienta para mantener nuestras familias conectadas emocionalmente. Del mensaje de texto nos hemos lanzado a las videoconferencias para todo y las UCIS están también utilizando estas herramientas para mantener esa necesaria conexión de los pacientes con sus familiares. Esta crisis espero que permita que esos mil monitores que rodean al paciente en una unidad de cuidados intensivos acaben de adoptar un canal de comunicación con la familia de forma tan regular como es la monitorización del ritmo cardiaco. De esta crisis me gustaría salir con las UCIS telecomunicadas si o si.
Los teléfonos móviles, que parecían fomentar nuestra incomunicación, son ahora más que nunca nuestro hilo conductor. Nuestros mayores han aprendido rápido a valorar la tecnología. Las videollamadas se prodigan por las casas y hospitales. La tecnología es herramienta de humanización ahora que la necesidad impera.
El final de la vida en el 2020
No obstante, el final de la vida no es un momento cualquiera y todo el mundo debiera tener derecho de despedirse de los suyos. Entiendo que resulta una situación compleja y arriesgada, pero me gustaría que los familiares tuvieran disponibles los famosos EPIS que les permitan estar junto a los pacientes. Seguramente la escasez de estas medidas de protección esta limitando a las familias esta última despedida.
Me desespera cada vez que conozco la situación de esas familias. Se me rompe el alma con cada uno que conozco y me estremece pensar en ser parte de una de esa lista de familias a las que la COVID19 dejarámarcada para siempre.
La solidaridad se hace vital
Nada será igual después de esta crisis y la necesidad de crear una nueva medicina está en nuestras manos. Ahora que estamos en la crudeza de la escasez de recursos, masificación de los servicios sanitarios, el recuento de fallecidos, etc…, brotan los proyectos solidarios como la hierba en primavera.
Desde los proyectos para construir ventiladores y otros mecanismos, llevar a los hospitales tablets, fabricar mascarillas o EPIS con bolsas de basura, traer aplicaciones informáticas de otros países, financiar ensayos clínicos, hasta ofrecerse a acompañar a quienes están solos, hacer la compra a los ancianos…. Por cada dato que me hunde me levanta conocer una iniciativa nueva de las que me encuentro en el correo electrónico y las redes sociales cada mañana. El mundo humanizado despierta, ahora que lo superfluo no tiene valor.
Se huele a solidaridad en muchos rincones. Esta crisis visibiliza a quienes ante la adversidad sacan lo mejor de ellos de igual manera que hace visibles a los más mezquinos. Aquellos a los que el miedo no permite el disimulo de su egoísmo y lo muestran en su versión más desnuda.
Reconocimiento de los profesionales
En cuanto a los profesionales de la salud, están demostrando su valía. Son héroes sin capa, EPI ni mascarilla. Tiraran del barco hasta el final, escondiendo sus miedos por cuidar de los demás. Su vocación los mueve a pesar del descontento, del cansancio y el temor por el contagio de sus seres queridos. Nunca tan mal valorados profesionales dieron una demostración de valía tan alta. Algunas voces se alzan ya, pero deseo que la sociedad reflexione y ponga dónde deben estar sus valores respecto a estos profesionales. Gracias compañeros!
Tampoco debemos olvidar a aquellos que siguen trabajando en otras profesiones y que en estos días también sobreponen su miedo para que podamos seguir disponiendo de nuestras mínimas necesidades.
Gracias Gabi!
Llevo unos días escribiendo este post cuando acabo de saber que Gabi Heras, líder de Proyecto HUCI, ha caído enfermo por el coronavirus. Cinco semanas de guerra en el primer hospital azotado por la infección de España, no podía tener otro final. A él le dedico mis palabras y le deseo pronta recuperación. Le necesitamos todos aquellos que creemos que la asistencia sanitaria no puede ser excelente si no contempla los aspectos emocionales de pacientes, familiares y de los profesionales.
Amigos profesionales os animo a liderar el cambio. Nuestra alma humana en llamas es nuestra arma más poderosa y no se ve. Hazla visible.
A todos vosotros os pido que os quedéis en casa pero no quietos. Hay alguien cerca o lejos de ti que te necesita. Estamos en días duros. Cuidaros mucho.
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