Este año 2022 el Día Internacional de la lucha contra el cáncer de mama me pilla en un momento de baja creatividad a ratos combinado con baja disponibilidad de tiempo para la divulgación y las redes sociales en general. Aún así cada año son más los compromisos que voy adquiriendo para estas fechas con diferentes participaciones y es por eso que el blog y mis redes acaban siendo los últimos a los que puedo dedicarme.

No obstante, no podía dejar acabar este mes de Octubre sin escribir algo nuevo sobre el cáncer de mama. Estaba yo pensando en que, gracias a las redes sociales he conocido a grandes profesionales sanitarios que se dedican a divulgar y demuestran una pasión sin límites para su profesión. Y gracias a estas redes me he dado cuenta de que detrás de estos profesionales muchas veces hay una historia personal que marcó su vocación y generó una motivación especial para su profesión.

En mi caso, mi vocación nace en mi infancia de la admiración hacia mi abuelo y mi padre, ambos excelentes radiólogos con curiosidad infinita y gran vocación. No obstante mi amor por la senología y  la radiología de la mama surge de dos cuestiones importantes. La primera mi interés por las cuestiones más quirúrgicas de la medicina y por tanto del intervencionismo en el caso de la radiología; y por otro lado una vivencia personal.

En mi caso, el cáncer de mama de  madrina marcó mi destino. Gracias a esa experiencia aprendí muchas de la cosas que sé, conocí el otro lado de la enfermedad, conocí al Dr.Javier Cortés, un líder mundial de la investigación en cáncer de mama pero sobretodo aprendí de primera mano como se vive cuando faltan terapias para contener la enfermedad. Un aprendizaje amargo.

Ella solía venir de visita a Barcelona y una tos persistente nos alertó de que algo ocurría. Una placa de tórax con un gran derrame pleural, un escáner con metástasis hepáticas y ese derrame pleural también metastásico con varias pruebas negativas y al final en una resonancia un minúsculo tumor milimétrico casi invisible en su mama pusieron el broche a su diagnóstico. Todo un proceso diagnóstico complejo y angustiante, manejando la situación desde la perspectiva del familiar siendo un profesional sanitario. Pasaron meses de tratamiento en los que convivimos juntas ese viaje que hacen las pacientes con cáncer de mama metastásico, muchas horas de hospital con mucha paciencia para acabar agotando su vida en un hospital. Me quedo con la oportunidad de haber podido vivir a su lado esos momentos tan intensos recuperando el tiempo, que la distancia entre el Valle de Benasque y Barcelona, nos había hecho perder a lo largo de nuestra vida. Aprendí mucho, me dejó muchos recuerdos y parte de su sabia visión de la vida, pero me dolió tanto que acrecentó mi motivación por mi profesión y por la lucha contra el cáncer de mama.

Esta no había sido la primera experiencia con el cáncer de mama en la familia, pero quizás la que me acabó dejando huella. Es por estas experiencias, que entiendo perfectamente lo que las pacientes nos reclaman para este octubre rosa en este 2022. 

Este año, la campaña ha consolidado una demanda creciente que nos llega desde los pacientes:    

  • Dar visibilidad a la situación poco conocida de las pacientes con cáncer de mama metastásico.
  • Evitar que el color rosa de la campaña induzca a una visión edulcorada de la enfermedad y no represente a los varones afectados.
  • Demandar más inversión en investigación.
  • Que no se pongan barreras para los nuevos fármacos para su aprobación.

Por mi parte, añadiría que poco a poco las estrategias de detección precoz van consolidando su impacto en la mortalidad por el cáncer de mama pero que necesitamos un cambio estratégico que permita personalizar el cribado del cáncer de mama en función del riesgo de cada una de nosotras. Las recientes recomendaciones de EUSOBI para complementar el cribado en las mamas extremadamente densas son toda un avance y la demanda creciente para rebajar el inicio del cribado a los 40 años y extender por encima de los 70 años son una señal de que corren aires de cambios.

Así mismo, mi demanda sería investigar nuevas tecnologías que puedan aunar la eficacia de las técnicas de imagen funcionales (resonancia y mamografía con contraste) con la simplicidad, bajo coste y fácil acceso que tenemos ahora gracias a la mamografía. Además de técnicas para poder identificar aquellos tumores que van a ocasionar recaídas o mala respuesta a los tratamientos.

En realidad, el mensaje está claro: investigación, investigación y más investigación para acercarnos a que el cáncer de mama sea una enfermedad 100% curable y tratamientos accesibles para que ningún paciente se quede atrás.