Llegamos al doceavo mes de este año 2018 y de nuevo un nuevo reto para humanizar la radiología. Esta vez los pacientes me han dado una gran pista.
Hace unos mese me ocurrieron tres anécdotas con tres casos de mujeres por encima de los ochenta años con cáncer de mama que me hicieron aprender algunas cosas que nunca antes me había planteado.
Caso nº1.
Mujer octogenaria que acude para estudio de nódulo palpable en la mama izquierda. Según refiere la paciente es un lipoma que conoce hace un tiempo y que ya se palpaba hace dos años cuando la intervinieron del corazón. Lo estudio con ecografía y no tengo dudas de que es un cáncer de mama. Comento a la paciente que debe hacerse una biopsia para conocer la naturaleza de la tumoración. La paciente me contesta que le voy a fastidiar si lo analizamos y es maligno por que ella no desea ningún tratamiento y ahora vive feliz pensando que es benigno. Me sorprende y me hace reflexionar. Tiene una gran parte de razón. No insisto en la biopsia y le propongo que me llame si lo desea. Tiene una calidad de vida por encima de la media de su edad. Me pregunta que diagnóstico diferencial hay, le insinúo que a su edad no hay muchas cosas benignas que crezcan y que el tratamiento conservador puede ser una opción. A las 48h vuelve para la biopsia. Hablamos, me insiste en no querer ningún tratamiento que merme su calidad de vida actual y finalmente obtenemos muestras que confirman un cáncer de mama. Acepta la cirugía conservadora (al límite por el tamaño del tumor) pero ningún otro tratamiento adyuvante.
Caso n°2
Mujer igualmente octogenaria en silla de ruedas que ha venido por un bulto en la mama y que le solicitan una mamografía. La imagen no deja duda, es de nuevo un cáncer de mama. Siempre que nos es posible trabajamos en acto único y a pesar de que la agenda de ese día está bien repleta hablamos con la familia y pedimos paciencia para conseguir hacer una ecografía y proponer una biopsia. Sabe mal hacerla volver con tanta dificultad para la movilización. La familia lo prefiere. La paciente sin mucha gana pero sin fuerzas para negarse se deja hacer la biopsia. A la familia le informo que no hay duda que la biopsia será positiva, es cáncer. Al cabo de una semana la hija acude a recoger el informe y me explica que la paciente tiene mala calidad de vida y que se ha enfadado con sus hijas por llevarla a hacer un diagnóstico cuando ella no quiere prolongar su vida. La familia decide no darle la información del resultado y no tratarla.
Caso nº 3
Paciente de 93 años. Igualmente imagen de cáncer de mama localizado. La paciente tiene aspecto por debajo de su edad cronológica, calza tacones y una cabeza privilegiada. De nuevo la biopsia positiva. La familia recoge el resultado. Ella quiere tratarse y su familia la apoya en su decisión. Su calidad de vida le permite afrontar un tratamiento seguro y esperemos sin merma en calidad de vida.
En los servicios de radiología recibimos multitud de pacientes de edad avanzada, cada vez son más y su edad mayor. Normalmente son personas que acuden acompañadas de la familia y nos centramos en informar y actuar en función de los deseos de estos familiares sin dar la oportunidad a que los pacientes de esta edad decidan por sí mismos.
Por otro lado nuestro instinto es actuar para obtener rápido un diagnóstico con el supuesto de que este contribuirá a mejorar la calidad de vida de los pacientes. Esto he aprendido que no siempre es así. A veces menos es más.
El reto:¡Atención a los pacientes mayores!
Está bien que aceptemos a la familia como interlocutor de los pacientes dependientes pero siempre hemos de dar oportunidad al paciente de valorar los pasos a seguir y tomar sus propias decisiones.
Hemos de aceptar que a veces no deberemos seguir con un diagnóstico o deberemos dar tiempo al paciente mayor para valorar su decisión aún en contra de nuestro instinto por diagnosticar.
El final de la vida es un periodo tabú en nuestra sociedad y en nuestra educación. El inicio de este periodo creo que debemos contemplarlo no cuando la vida ya ha anunciado su fin si no previamente, cuando la cronología nos dice que nuestra esperanza de vida es corta y ya vemos que el camino llega a su etapa final. La vida se contempla desde otra perspectiva. Debemos aceptar las decisiones de los mayores y ser capaces de visualizar cualquier problema de salud desde la piel de aquellos a los que vamos a tratar sea cual sea su condición. Igualmente debemos adoptar criterios éticos de atención en radiología para evitar pruebas innecesarias que comporten a los pacientes trastornos y esfuerzos desproporcionados con respecto al valor de la información a obtener. En nuestros servicios vemos a menudo peticiones de pruebas a mayores cuya preparación o realización suponen un suplicio para los pacientes, cómo por ejemplo tener que aguantar la orina, estar de pie en determinada posición o trasladarse a un centro médico con dificultad para la movilidad para obtener información irrelevante para el curso de la vida de los pacientes.
Hace años se popularizó un adhesivo para el coche con una señal de tráfico de cuidado advirtiendo que a bordo viajaba un bebé a bordo, ¡Bebe a bordo! Los profesionales de la salud y en especial en radiología deberíamos tener una señal similar para el trato con los mayores. Sus necesidades son muy diferentes debemos cuidarlos con especial cariño y protección pero permitiendo su participación en las decisiones respecto a sus exploraciones. Nuestros equipos de radiología son lugares poco confortables para estos pacientes por lo que nuestra delicadeza debe ser extrema con ellos. ¡Ojo Mayor a bordo!
Hasta aquí mis doce retos para doce meses con el objetivo de humanizar la radiología. Se acaban los retos en el blog pero no el objetivo de vida de humanizar la radiología. Seguiré llevando al blog aquello que vaya aprendiendo y estaré encantada de compartir experiencias con aquellas personas que se sumen. #HURRA
Resumen de los anteriores retos para la humanización de la radiología.
Dirígete al paciente por su nombre y preséntate con el tuyo.
Informa al paciente de todo lo que le va ocurrir durante el servicio, no des por hecho nada.
Cambia la actitud para que todo cambie, ponte en el lado del paciente.
Pregunta al paciente sobre su experiencia de paciente al acabar de atenderlo. Escúchalo y propón tu mejora continua gracias a él.
Actúa en red colaborativa co-responsable, piensa en redarquía y nunca necesitarás un jefe, además de sentirte humano en el proceso de diagnóstico.
Aparta el lenguaje bélico, ni bombas ni disparos ni arpones. Palabras de paz para los pacientes.
Aprende de tus mejores maestros, los pacientes. El poder de lo invisible te transformará.
Respira de forma pausada y profunda para dominar tu mente y tus emociones.
Respeto a los pacientes y respeto para los profesionales sanitarios. Stop violencia.
Comentarios, no gracias! Ni cuchicheos ni hablar como si el paciente no pudiera escucharnos.
¡Ni una prenda de menos!
Recuerda que si compartes esta información entre todos podemos conseguir un servicio de radiología más humano, para pacientes , familiares y profesionales 😉
¡Espero tus comentarios y sugerencias!
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