Recientemente un  comentario en mi blog que trataba de la radiación adicional que suponía la Tomosíntesis y un brillante post en el blog de la Doctora Virginia Ruiz me han animado a escribir sobre el efecto de las radiaciones y sus peligros reales.
En su blog la Dra Ruiz, a quien sigo y tengo como referente desde hace tiempo, explicaba como la opinión pública ha cambiado respecto el tema de la radiación. En posteriores comentarios en twitter la doctora comentaba lo importante de la labor educativa para evitar la ansiedad que genera la mala fama que tienen las radiaciones. En su post la Dra. Ruiz explica como la opinión actual sobre el miedo a la radiación contrasta con el uso superfluo de la radiación en otras épocas y con el avance impresionante que ha supuesto tanto para el diagnóstico como para la oncología.
Pertenecer a una  familia que se dedicada a la radiología desde hace casi 80 años permite tener recuerdos de niñez en relación a un tema como este. El aparato de rayos X para zapaterías infantiles de los años 70, que permitía verificar la talla adecuada de los zapatos era una de las luchas de mi madre (esposa y nuera de radiólogo) Recuerdo con nitidez sus explicaciones y su negación a que sus hijos fueran sometidos innecesariamente a radiación superflua. Ella sabía perfectamente el peligro que suponía. Por eso al leer el post de Virginia Ruiz no pude sentirme más identificada.
Por otro lado el uso de los rayos X en medicina es relativamente reciente y en mis recuerdos están el uso para enfermedades banales como antinflamatorio o los inicios de la oncología radioterapéutica que supusieron un extraordinario avance. En esos tiempos cuando la radiología y la radioterapia formaban parte de la misma especialidad recuerdo el agradecimiento de los pacientes oncológicos a los que la radiación en manos de mi padre había salvado la vida. En Navidad, en casa, esos pacientes nos enviaban obsequios tan curiosos como el pavo vivo que nos ofrecieron una vez. Entonces la radiación era bien considerada porqué salvaba vidas que hasta entonces, se daban por perdidas.
Más tarde, como cuenta la Dra Ruiz en su post, vinieron campañas importantes en contra de la radiación que han creado miedo y recelos hasta la actualidad. Como siempre la virtud está en el término medio. Debemos valorar los beneficios que nos proporciona la radiación  en medicina evitando sus posibles efectos indeseados. Tener un miedo desproporcionado a la radiación puede también ser perjudicial para nuestra salud.
La radiación no es una cosa ajena a la naturaleza, todos estamos expuestos continuamente a radiación que proviene de fuentes naturales. Fuentes naturales como son la radiación cósmica, la radiación de la corteza terrestre. Un vuelo transoceánico supone una dosis de radiación que nadie cuestiona. Podemos encontrar radiación natural,  incluso en el aire que respiramos, el gas Radón es el responsable. A estas fuentes naturales se suman las fuentes de radiación artificiales incluida la radiación que se usa en medicina.
Si tomamos como referencia la radiación natural la dosis de una mamografía sería la radiación natural que recibimos por vivir 7 semanas. Y su riesgo de inducir una muerte por cáncer es considerado muy bajo.
Existe una disciplina que se denomina Radioprotección que estipula los niveles de radiación que son seguros y en los cuales las ventajas de  su uso superan a los posibles efectos perniciosos de la radiación. En mamografía existen unos límites estipulados que cumplen todos los equipos.  Además, existe un criterio para el uso de radiaciones ionizantes que todo profesional autorizado para el uso de radiación tiene como prioridad. Es el criterio ALARA (“ As Low As Reasonably Achievable”), es decir usar la dosis de  radiación tan baja como sea razonablemente posible.
Igualmente la industria médica es consciente de que evitar radiación es un objetivo. Es por eso que los equipos actuales consiguen imágenes mucho más diagnósticas con una cantidad de radiación mucho menor.
En el caso de la mamografia digital la dosis directa es menor que la de los equipos analógicos. En cuanto a la Tomosíntesis es verdad que supone radiación adicional, pero  aunque no supera los límites permitidos para la mamografía podemos reducirla casi a la mitad. Casi todas las marcas comerciales han desarrollado un software capaz de hacer con la adquisición 3D una imagen 2D sintetizada. El objetivo es eliminar la adquisición en 2D y reducir casi a la mitad la radiación a la vez que aumentar la detección de cáncer. Estamos ante una modalidad de diagnóstico nuevo y necesita su transición, en breve veremos cambios importantes.
El papel de las radiaciones ionizantes en la medicina y en concreto en el diagnóstico y la oncología es incuestionable. El uso controlado y los avances en tecnología y en radioprotección permiten afirmar que  el beneficio de la radiación utilizada en los estudios con mamografía digital de campo completo y con Tomosíntesis supera a los riesgos de la exposición a la radiación.
Por tanto es necesario manejar con cuidado los rayos X pero sin quedarnos sin el beneficio que nos aporta la radiación amiga. El cáncer de mama es una enfermedad potencialmente mortal y requiere de nuestras mejores herramientas para detectarlo, tenerlas a nuestro alcance es un privilegio que no debemos despreciar.