Hay veranos que quedan marcados en la memoria por su excepcionalidad y éste está siendo uno de esos.
Este verano está siendo un verano muy inglés. Sin días soleados sin fin que se suceden uno tras otro. Tiempo cambiante en el mismo día, nubes y lluvias abundantes y escasos días de sol rotundo.
Buenas y malas noticias
Las noticias en verano, al igual que el tiempo, se vuelven aburridas pero este año hemos tenido movimiento. Guerras, violencia, sufrimiento y muerte no nos han faltado. Todas estas noticias me han hecho sentir ridícula en mi profesión, intentando arañar vidas a la enfermedad cuando por otro lado se mata y mutila sin piedad a personas de carne y hueso como las que yo trato de ayudar a diario ¿Cómo podemos seguir impasibles?
No puedo entender los esfuerzos astronómicos que se están llevando a cabo en los sistemas de salud mientras funcionan maquinarias de guerra y mentes violentas que destruyen a diario vidas y personas inocentes.
Por otro lado también he tenido noticias positivas a lo largo de estos días. En el mes de enero tuve la mala suerte de diagnosticar un cáncer de mama a dos personas queridas y ahora las dos han completado gran parte de su tratamiento con éxito. Un gran abrazo para las dos desde aquí.
Verano de guardia
En la Unidad de mama atendemos cada verano casos de personas que buscan un profesional en el mes de agosto y llegan hasta nosotros con cierta desesperación ante la dificultad de encontrar especialistas en senología en época estival.
Suelen ser casos en que la urgencia no les permite esperar unas semanas y son personas muy agradecidas cuando te adaptas y puedes visitarlas este mes.
Puede ser que necesiten una biopsia, una resonancia magnética o un marcador para quirófano. Muchas veces son casos complejos. Conocer casos que supongan una cierta dificultad siempre me ha resultado estimulante.
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